Como seres sociales buscamos, conscientes o no, aprobación social, buscamos pertenecía, aprobación y aceptación; simplemente ser visibles. Esto es clave para el desarrollo y funcionamiento de la convivencia humana, pues nos hace encontrar afinidades y objetivos en común para la supervivencia y desarrollo en una comunidad.
Conformar una familia o tener estabilidad económica nos conduce a tener una integración obligada en esta estructura que busca ese reconocimiento y aceptación.
Dicho reconocimiento se gesta en la infancia con nuestra familia nuclear, hacemos cosas por agradar, ser aceptados, visibles y queridos por tutores o gente cercana. Queramos o no estamos inmersos en esta lucha entre deseos individuales versus deberes sociales para “caer” bien o “agradar”.
¿Qué pasa entonces cuando nos desaparecen o ignoran? ¿Qué sucede cuando nos excluyen con toda la intención? El término ghosteo, o fantasmeo por su traducción, se refiere al hecho de violentar voluntariamente un sujeto a otro “borrándolo” del mapa, ignorando su existencia y/o propiciando que terceros también lo hagan. Si buscamos desde menores la aprobación y la visibilidad estamos hablando de una repercusión directa y contundente en una necesidad indispensable para cada individuo que no es tan tangible. Desde nuestra propia pareja hasta compañeros de trabajo, la dinámica es la misma; aplicar la famosa “ley del hielo” y hacer que esta persona sea invisible, transparente como fantasma (allí el término) o pretender que no existe y nunca existió. El motivo puede ser variado, pero la meta es clara… Castigar, dañar, agredir o desestabilizar a dicha a la víctima para causar una repercusión directa.
La cuestión es cómo reaccionar ante tal situación, de entrada hay que guardar la calma y tranquilidad para poder tomar las decisiones más racionales, que no sea desde la emoción, que sea desde la cabeza.
Primero identificar que realmente estamos pasando por un fantasmeo, hacerlo tangible y comprobado. Posteriormente confrontar positivamente al agresor, cuestionar directamente la razón por la que se está suscitando dicha situación y llegar a un acuerdo. Si por lo contrario no es posible entablar una conversación y no vemos disposición por la contra parte es importante considerar que no merecemos dicha agresión, la cual viene acompañada de más tipos de agresiones. Es importante encontrar el respaldo en nuestra red de apoyo y no permitir o alentar que esta situación continúe, porque se vuelve cíclico.
Hay que distanciarnos de las personas que quieren dañarnos y exponer al agresor, sin maquillar o demeritar la situación, por más que queramos fingir que no pasa nada o que no nos afecta, porque si afecta.
Si consideramos que nos sobrepasan este tipo de agresiones es oportuno considerar apoyo profesional con especialistas del rubro.
Mtro. César Luna