Crianza responsable, afectuosa y participativa

Crianza responsable, afectuosa y participativa

Antes de hablar de crianza, necesitamos saber que una de las realidades con las que debemos iniciar es que vivimos en un mundo adultocentrista; ¿qué significa esto? Pues que la mayoría de los contextos están diseñados para los adultos, comenzando por nuestros hogares todos los muebles y su distribución está diseñado para que los adultos podamos tener la mayor de las facilidades, sin embargo, ¿cómo lo visualiza un pequeño? ¿qué implica para ellos que tengan todo a un nivel mucho mayor de lo que ellos pueden ver, tocar o participar. Creo que pocas veces pensamos en ello pues esta tan normalizado que ni siquiera nos atrevemos a preguntarlo, y es que en algún momento también lo experimentamos de la misma manera y nos emocionaba la idea de ser mayores y hacer todo lo que nuestros padres y madres hacían.

Partiendo de lo anterior, este tipo de crianza hace énfasis en observar a los infantes con el mismo valor que le otorgamos a otro adulto, pues se trata de una persona a la cual se debe respetar y sobre todo guiar y sostener, esta persona tiene todo tipo de necesidades (al igual que los adultos), sin embargo, el estrés, el trabajo con horas excesivas y todas estas “responsabilidades de adultos” hacen que desafortunadamente sólo se suplan las necesidades las físicas y orgánicas cuando las personas no sólo necesitamos alimento y ropa para un sano desarrollo, sino que también es importante la parte psicológica, social y afectuosa. 

Esta crianza no está peleada con los límites o normas, al contrario, las considera importantes y necesarias para una convivencia pacífica y justo por ello plantea que estos límites no deben ser punitivos, en nuestro intento de formar a “personas de bien” se recurren a medidas como la descalificación, la humillación, la comparación en incluso la violencia física, sin embargo, esto lejos de llevarnos a la meta que esperamos, genera personas con poca confianza en sus capacidades, intolerantes al fracaso o con tendencias agresivas pues es la manera en que se ha aprendido a resolver o mejorar las situaciones. Cada vez es mayor la evidencia de los efectos negativos de crecer en un ambiente violento.

Ser respetuoso y responsable con otro ser humano implica una tarea, incluso aún mayor. Escuchamos constantemente que “nadie puede dar aquello no tiene” pero nuevamente lo aplicamos sólo con otros adultos importantes en nuestra vida por lo que si hay un asunto en nosotros que causa conflicto con la pareja o incluso en el trabajo, nos esforzamos e intentamos modificarlo para mejorar aquella dinámica, esto mismo debe aplicarse en la crianza, pues no podemos ser el sostén y la calma de una persona que está conociendo el mundo y sus emociones cuando nosotros mismos no sabemos manejar o gestionar nuestras propias emociones, ya que si miramos al pasado podemos darnos cuentas que nuestros propios padres invalidaban nuestro sentir o había fuertes reprimendas si nos atrevíamos a cuestionar su voluntad. Ahora bien, no se trata de buscar culpables, sino más bien de encontrar responsables, por lo que como adulto, que tiene la responsabilidad del cuidado de otro ser humano no puedo hacerlo careciendo emocionalmente, el auto cuidado es de suma importancia pues eso va a sumar a que la labor que desarrollemos con esas pequeñas personas sea de mayor calidad, ya que no nos enfocaremos en justificar la violencia, sino en buscar formas más sanas de acompañar una nueva vida.

Otro punto importante a considerar es que el ambiente en el que nos encontremos sea basado en la aceptación del ser humano al que estamos criando, la realidad es que, en muchas ocasiones como padres, generamos expectativas sobre lo que deben ser nuestros hijos, desde el aspecto físico hasta la profesión en la deseamos se desenvuelvan. Esta crianza nos invita a romper aquellas expectativas y observar y aceptar a estas personitas como realmente ellos son: sus intereses, sus temores, sus características físicas y acompañarlos en cada una de las metas que logren o de los tropiezos que se encuentren, pues con la confianza que fomentamos en ellos, también aprenderán a que pueden intentarlo todas las veces que sean necesarias, seguros que mamá y papá estarán ahí para ellos.

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