En la vida adulta suele aparecer un fenómeno común pero doloroso: la procrastinación, que es entendida de manera simplista como falta de motivación, ausencia de interés, cuando en realidad es un fenómeno mucho más complejo. No se trata simplemente de “flojeras” o “pérdida de tiempo”, sino de un hábito aprendido que responde, muchas veces, al miedo, a la autoexigencia o algunos obstáculos internos y externos que dificultan la acción y que muchas veces esta relacionado con el miedo al fracaso, perfeccionismo, inseguridad, ansiedad, dificultad para establecer prioridades, para organizar el tiempo o incluso para conectar con un propósito profundo aquello que se pospone.
Posponer se vuelve una forma continua de escapar momentáneamente del malestar que produce enfrentar una tarea importante, pero con el costo de cargar con una creciente sensación de insatisfacción y es así como la procrastinación y frustración se vuelve un ciclo invisible que limita nuestros logros.
El ser humano, en su dimensión existencial, necesita sentir que sus acciones le acercan a sus metas y a su sentido de vida. Cuando la procrastinación interrumpe ese flujo natural, emerge la frustración. Esta no surge solo por lo que no se hizo, sino por la distancia que percibimos entre lo que soñamos y lo que realmente construimos. La frustración acumulada puede transformarse en sentimientos de culpa, baja autoestima e incluso desesperanza.
La procrastinación genera una paradoja: al posponer, evitamos la incomodidad inicial de actuar; sin embargo, terminamos enfrentando un malestar mayor al no concretar nada. En este círculo, la persona queda atrapada entre el alivio inmediato y la frustración prolongada, lo que puede limitar su desarrollo académico, profesional y personal.
Desde la psicología humanista, es importante no reducir la procrastinación a un defecto de personalidad en el individuo o mera desmotivación sin sentido. Más bien, podemos mirarla como una señal de que algo en nuestro interior necesita ser escuchado y para ello reflexionar es una herramienta favorable para dar inicio a solucionar la procrastinación que nos atraviesa. Algunas preguntas reflexivas serían las siguientes:
¿Qué me impide avanzar en este momento?
¿Qué emociones aparecen cuando me enfrento a mis responsabilidades?
¿Cómo me relaciono con mis propias expectativas y con el error?
Estas preguntas invitan a conectar con la autenticidad y a asumir la responsabilidad de elegir, pues al momento de favorecer el cuestionamiento este potencializa el autoconocimiento y se da apertura a posibles soluciones en lugar de quedar atrapados en la evasión. Estas posibles soluciones previamente reflexionadas abren caminos para reconectar con la acción. A continuación, se describen algunas sugerencias:
- Autocompasión: Cambiar el diálogo interno crítico por uno más comprensivo, dejando de lado la calificación moral o competitiva de lo que se espera alcanzar. Sacar al juicio del avance realizado y adentrarse en la comprensión del esfuerzo y de lo que sí se ha logrado.
- Propósito: Recordar el para qué de nuestras acciones, identificando cuál es el sentido a corto, mediano o largo plazo que tiene el realizar dicha actividad, más allá de la presión externa o las expectativas de los demás.
- Entorno favorable: Crear espacios libres de distracciones que acompañen el compromiso personal e identificar que tan viable es el exterior para el logro de tus objetivos y metas, pues siendo seres sociales no todo depende del esfuerzo individual.
- Pasos conscientes: Dividir las metas en tareas alcanzables, y reconocer el avance de cada una de ellas sin catalogar el tamaño del logro, solamente integrando de manera consciente lo que ya se avanzó.
La procrastinación no es solo un problema de tiempo, sino una experiencia existencial que refleja nuestra manera de relacionarnos con los logros y con nosotros mismos, así como la relación que tenemos ante el error y la frustración.
Romper con ella no implica únicamente “ser más productivos”, sino reconectar con nuestro sentido de vida y experimentar la satisfacción de crecer en coherencia con lo que somos y lo que deseamos ser.
Si continuamente procrastinas actividades o acciones en tu día a día y esto a impactado de manera negativa tu desarrollo personal en Psicoterapia Integral Metepec te brindamos el acompañamiento profesional necesario para que resuelvas de manera profunda y eficiente este conflicto. Superar la procrastinación no es solo realizar actividades, es darle dirección y sentido a aquello que realizas.
L. en P. G. A. González H.