Día a día nos desvivimos por salir adelante y una de las principales prioridades cuando estamos formando una familia son indudablemente los hijos, los cuales dan sentido y motivación para seguir con los retos del día a día.
Nos olvidamos completamente de nosotros mismos de forma individual y hasta de nuestra pareja.
Todo se vuelve rutinario y hasta monótono, pero sobre todo en función a nuestra descendencia, pero…
¿Sólo somos unos proveedores? ¿Nuestra existencia se limita a reproducirnos para después apagarnos? Por increíble que parezca son dilemas constantes que se vuelven cada vez más comunes entre los padres de hijos adultos.
El hecho de hacer la transición y dejar ir a los hijos se termina volviendo una crisis en la familia, pero sobre todo en pareja.
De repente nos damos cuenta que la costumbre ha convertido en nuestra relación de pareja en dos compañeros de cuarto que se “toleran” por inercia. Se pierden objetivos o metas personales, así como un plan de respaldo en conjunto.
El principal punto para prevenir esta situación es no olvidar que como comúnmente se dice “los hijos son prestados” y que en algún momento querrán hacer una vida por su cuenta, en la cual no vamos, como padres, a ser prioridad; eso es duro de asimilar, pero es una realidad constante.
No debemos olvidar nuestra identidad y no tener miedo a procurarnos a nosotros, es tiempo de retomar o hacer aquellas actividades, pasatiempos o gustos que dejamos en la postergación, cuidar de uno mismo.
Se vuelve momento para volver a ver a la pareja, retomar esa llama y empezar detalle a detalle a reencontrarse en un mismo camino.
Nuevos objetivos, es importante hacer planes alcanzables y a la vez grandes a futuro, eso nos da un motivo para seguir adelante, sobre todo en pareja, ya sea viajes, actividades juntos o incluso algún negocio o cosa que queramos comprar.
El dilema es entender que somos útiles aún y que debemos de responsabilizarnos de nosotros mismos, de uno depende el salir adelante y aprender de esta nueva etapa de la vida o sabotearnos y “sufrir” los últimos años de vida.
No está de más acercarse a profesionales en la materia y luchar por la vida que creemos merecer.
César Luna Camacho