La procrastinación no solo depende la voluntad de la persona, si bien es un acto voluntario y consciente, el estado anímico de la persona influye para realizar actos de procrastinación ante tareas que se sabe podrían ser simples y que es mejor hacerlas con tiempo y no al último momento, como, por ejemplo, estudiar para un examen, dejar proyectos escolares o laborales hasta la fecha límite de entrega, entre otros.
Este problema no solo este ligado a los problemas psicoafectivos y emocionales que ya se mencionaron, sino que también puede tratarse de un problema a la inversa, en donde el perfeccionismo extremo y el miedo al fracaso pueden ser factores para postergar la realización de tareas.
Esta postergación de lo inevitable puede tener sus raíces en el estrés, la ansiedad, depresión o frustración, debido a que la tarea puede ser concebida como abrumadora, peligrosa, difícil, limitante, desafiante, aburrida, y por lo tanto se transforma de una tarea urgente a solo una tarea importante, pero que se puede ser postergada.
Parece paradójico el tema cuando actualmente estamos acostumbrados a ser multi task sin embargo con las cargas de trabajo se termina no llevando a termino ninguna actividad de todas las iniciadas y planeadas ya que cada una de ellas requieren tiempo, dedicación, esfuerzo, por lo que por consiguiente la realización de las mimas se va postergando.
Podríamos decir que existe una “clasificación” entre los procrastinadores, la cual puede dividirse en dos.
- Procrastinadores Eventuales: siendo esto no una acción constante, si no que se ve realizada ocasionalmente.
- Procrastinadores Crónicos: Personas que han hecho de la procrastinación un hábito recurrente y constante en el tiempo.
Estos segundos son quienes presentan muy probablemente algún trastorno psicoafectivo y que la gestión de emociones no ha sido su fuerte.
La Procrastinación se convierte en conductas adictivas que son utilizadas como “pretextos” para evadir responsabilidades, estas conductas pueden ir desde navegar en internet, juegos de video, ver TV, uso de redes sociales o en general utilización del teléfono móvil, leer, una actividad de hobbie, entre otras.
Si bien es cierto, la mayoría de las personas postergamos tareas, el problema surge cuando esta procrastinación resulta ser una acción constante o recurrente y se convierte en una característica del individuo, y que ya le representa consecuencias en su vida, con su familia, a nivel laboral, escolar, con la pareja, etc.
La procrastinación puede ser de tres tipos, por evitación, por activación y por indecisión.
La procrastinación se convierte en un enemigo importante para la realización de nuestras metas u objetivos. En esta época donde se enfoca en el resultado final, se dan por hecho o se obvian los pasos hasta lograr el resultado final, lo que genera una sensación de urgencia a todo lo que se lleva a cabo y por ello esto se transforma en ansiedad, frustración, agobio, estrés, etc, todo esto relacionado con la procrastinación.
Pero ¿Cómo hacer para dejar de procrastinar?
De las primeras cosas que hay que hacer es gestionar las emociones de una mejor manera y funcional y para esto se puede tener el apoyo de un psicólogo que sea un acompañante en este proceso, en Psicoterapia Integral Metepec contamos con psicólogos que pueden apoyarte en la gestión de las emociones y no solo eso, sino que también pueden ayudarte a generar planes, metas, trazar objetivos y dar seguimiento a los mismos para lograr evitar procrastinar y que logres lo que tanto has postergado.
Un psicólogo puede ayudarte a encontrar esa motivación que muchas veces necesitas para iniciar o continuar con tus proyectos, a generar herramientas que te ayuden a llevar un mejor control de tus actividades y gestión del tiempo, generación de estrategias de autocontrol, así como buscar darle a nuestro cerebro una recompensa diferente a la que se obtiene únicamente con acciones sustitutivas, sin embargo, ese cambio solo puede venir de uno mismo.
Mtra. Lizeth B. Ocampo S.