Personalización: cuando interpretamos los hechos desde la culpa

Personalización: cuando interpretamos los hechos desde la culpa

Para entender que es la Personalización, empecemos por reconocer que En ocasiones, cargamos con el peso de emociones y responsabilidades que en realidad no nos pertenecen. Nos sentimos culpables por el enojo de los demás, por su tristeza o por las decisiones que toman. Este patrón de pensamiento, conocido como personalización, es una distorsión cognitiva ampliamente estudiada dentro de la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) de Aaron Beck (Beck, 1976; J. Beck, 2011). Comprenderla no solo ayuda a aliviar la culpa innecesaria, sino también a construir relaciones más equilibradas y una autoimagen más realista.

¿Qué es la personalización y por qué ocurre?

Según la TCC, las distorsiones cognitivas son errores sistemáticos en la forma en que interpretamos los hechos. En la personalización, la persona asume una responsabilidad excesiva por eventos externos, creyendo que sus acciones, pensamientos o incluso su mera presencia causan las emociones o conductas de otros. Judith Beck (2011) explica que este tipo de pensamiento surge de creencias centrales rígidas, como “soy responsable de los demás”, “si algo sale mal, es culpa mía” o “debo evitar que otros sufran”. Estas creencias suelen tener raíces en aprendizajes tempranos. Por ejemplo, una persona que creció en un entorno donde debía mediar entre padres en conflicto o “mantener la paz” puede haber desarrollado la idea de que su valor depende de evitar el malestar ajeno. Con el tiempo, este esquema cognitivo se activa automáticamente en la vida adulta, generando culpa, ansiedad y autocrítica constante.

Este patrón puede observarse en diferentes ámbitos de la vida. En el trabajo, una persona puede pensar que si un compañero está serio, “seguro hice algo mal”. En la relación de pareja, puede asumir que si la otra persona está distante, “ya no soy suficiente”. En el contexto familiar, quizá concluya que si su hijo tiene un mal día, “soy mala madre o mal padre”. En cada una de estas situaciones, se interpreta el comportamiento del otro como un reflejo directo de uno mismo, ignorando otras posibles causas. Este modo de interpretar la realidad refuerza un ciclo de culpa, sobreesfuerzo y frustración característico de la personalización.

Consecuencias emocionales y relacionales

Beck (1976), señaló que este patrón contribuye significativamente a la aparición y mantenimiento de la depresión y la ansiedad, ya que la persona vive en un estado constante de autoevaluación y culpa anticipada. Emocionalmente, puede generar agotamiento, irritabilidad y sensación de fracaso. En el ámbito relacional, conduce a dinámicas donde el individuo intenta “salvar” o “complacer” al otro, perdiendo contacto con sus propias necesidades y deseos. Además, personalizar obstaculiza la comunicación auténtica: en lugar de preguntar “¿estás molesto por algo?”, la persona actúa desde el miedo a haber fallado. Las relaciones se vuelven tensas y poco genuinas, sostenidas por la culpa y no por la responsabilidad compartida.

Cómo identificar y modificar la personalización (desde la TCC)

Desde la Terapia Cognitivo-Conductual, se han desarrollado estrategias para detectar, cuestionar y reemplazar los pensamientos distorsionados. El primer paso consiste en identificar los pensamientos automáticos que surgen ante una situación. Por ejemplo, si una amiga no contesta un mensaje, la mente puede interpretar: “Está enojada conmigo”, en ese momento, resulta útil preguntarse: “¿Qué evidencia tengo de que esto sea cierto?”. Este cuestionamiento permite diferenciar los hechos de las interpretaciones: el hecho es “no ha respondido”, mientras que la interpretación es “está molesta conmigo”. Reconocer esa diferencia reduce la sobreimplicación emocional y facilita una respuesta más realista.

Otra estrategia consiste en reasignar la responsabilidad real, reconociendo que no todo lo que ocurre depende de uno mismo. Cada persona es responsable de sus propias emociones y reacciones. Este paso es esencial para establecer límites saludables y recuperar la sensación de control interno. La reestructuración cognitiva, una técnica central de la TCC, ayuda a sustituir pensamientos globales de culpa por otros más equilibrados y adaptativos, como “puedo haber influido en parte, pero no soy totalmente responsable” o “el estado emocional de los demás no siempre tiene que ver conmigo”.

A medida que la persona avanza en este proceso, resulta fundamental practicar la autocompasión. Repetir frases como “estoy aprendiendo a no cargar con lo que no me corresponde” o “merezco sentirme en paz, incluso si otros no están bien” fomenta una actitud más amable y comprensiva hacia uno mismo. Asimismo, el uso de registros de pensamientos y la psicoeducación permiten analizar patrones de culpa y trabajar creencias profundas relacionadas con la necesidad de aprobación o el miedo al rechazo.

En conclusión, la personalización puede parecer un acto de empatía, pero en realidad implica una distorsión de la responsabilidad emocional. Aprender a distinguir lo que sí depende de nosotros de lo que no nos libera del peso de la culpa constante y permite establecer vínculos más equilibrados. Desde la perspectiva de la TCC, comprender y desafiar estas interpretaciones erróneas es un paso esencial hacia el bienestar emocional. Reconocer que no somos responsables de todo lo que ocurre a nuestro alrededor no nos hace egoístas, sino humanos; nos permite conectar con los demás desde la autenticidad y no desde la culpa.

En Psicoterapia Integral, acompañamos a las personas a identificar y transformar los patrones de pensamiento que generan malestar. Nuestro equipo cuenta con terapeutas con formación, orientada a generar cambios reales y sostenibles. Si sueles sentirte responsable por todo o cargar con las emociones de los demás, este puede ser el momento de iniciar un proceso de cambio. Sanar también es aprender a soltar lo que no te corresponde.

Elaboró. Psic. y Terapeuta Cognitivo-Conductual S. Jacobo G.

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