Un duelo de por sí es complejo y doloroso, es el destino natural al que estamos conscientes que eventualmente sucederá, pero enfrentar la pérdida de un hijo, de un menor que tenía una vida por delante se vuelve una crisis importante para los involucrados. ¿Cómo se puede lidiar con esta situación?
Nos han criado y mostrado la muerte como algo natural así como inevitable, no hay forma de escapar de eso pero hay un esquema previo el cual incluye al final de la vida adulta con edad avanzada y nietos o en su caso hasta bisnietos, es “lo esperado”, así como un plan abstracto al que debemos anhelar, con subidas y bajadas pero siempre similar, estudiar para tener un buen trabajo y después tener una familia para verla crecer, repitiendo una y otra vez el ciclo, evidentemente con cambios o mejoras pero es la idea. Por eso se nos hace inimaginable cambios drásticos o tragedias irremediables, las cuales no estamos exentos.
No estamos listos para las pérdidas, no es un tema muy agradable ni digerible, mucho menos que sea de un menor, el cuál simboliza esperanza y toda una vida por delante, es una fuerte crisis que nos obliga a chocar con nuestros ideales y creencias.
La familia afronta la pérdida de un menor como una gran fractura, no es para menos, pues el dolor provocado es directamente a la inocencia, hay enojo, frustración con mucha tristeza y nostalgia, sentimientos fuertes que nos destantean de nuestra estabilidad. En el pasado (en la actualidad en algunos casos) se prefería callar y hasta ignorar alguna situación así, para tratar de mitigar el dolor, pero siendo contraproducente a la larga, pues genera personas aisladas que no reconocen ni expresan los sentimientos, personas que prefieren tener el rencor con la vida y llevar ese duelo no resuelto con nostalgia y apatía.
¿Qué podemos hacer entonces para enfrentar esta situación tan delicada?
En primer lugar, no se puede maquillar ni decorar algo tan contundente, tratar con pinzas y evadir el tema, si no estamos listos para manejar la situación es mejor no “tratar” de ayudar, porque saldría contraproducente.
Se debe respetar el proceso de cada persona, en especial de los padres, no hay prisa ni el por qué presionarlos a que “sigan adelante” es cruel e insensible, ¿por qué nos incómoda ver así a la gente? ¿por qué no respetar el duelo de cada quién? a cada uno individualmente le afecta de diferente forma, cada proceso y vida es distinta, démosle ese derecho a vivir el duelo de la forma/tiempo necesario.
Seamos conscientes de que por más que tratemos de empatizar o de estar en los zapatos de los padres, no es posible, no podremos entender a ciencia cierta por lo que están pasando, tengamos la paciencia pero sobre todo respeto, no es momento de comparaciones o ejemplos externos.
Dejemos que haya expresión y demostración de sentimientos, no estamos preparados o acostumbrados a escuchar de estos temas, no es necesario mostrar incomodidad o distanciamiento, si expresar les ayuda a su proceso de duelo, seamos participes.
Pensar en cómo honrar la vida del menor, no es en balde ni será algo que podamos omitir a futuras referencias, es parte de la familia, aunque ya no esté, se le debe dar su lugar.
Cada caso evidentemente es distinto, depende mucho más circunstancias al rededor, siempre es oportuno el poder acercarse y preguntar, sobre todo a los padres, cuál es la forma en que podamos apoyar, habrá quienes pidan espacio, otros simplemente compañía sin diálogo, también quien quiera desahogarse, debemos estar receptivos y comprensivos, no se trata de imponer nuestra voluntad o creencias que estamos seguros que “ayudará” eso es egoísta, no somos los salvadores ni rescatadores, es mucha responsabilidad, sobre todo porque no somos expertos.
Al vivir en este proceso es importante rodearse también de expertos en el tema, una guía y orientación profesional para lidiar con cada etapa, buscando gestionar emociones y herramientas para una funcionalidad. En Psicoterapia Integral Metepec contamos con profesionales en el tema que te pueden ayudar a atravesar este proceso, proporcionando herramientas útiles y apropiadas para cada persona y cada situación.
Mtro. César Luna