Una circunstancia inobjetable es que los cambios estacionales provocan cambios de humor en las personas, en algunas es más notorio o perceptible que en otras, lo anterior en parte se debe a que el sol de mediodía comienza a estar cada vez más bajo y las noches empiezan a volverse cada vez más largas. Esto solo puede significar que el verano está llegando a su fin para el hemisferio norte del planeta. La palabra equinoccio procede del latín y significa «noche igual», lo que hace referencia al día y la noche de aproximadamente 12 horas cada uno y que tienen lugar solamente en los dos equinoccios del año. Ahora que estamos en el inicio de la temporada del frío, resulta común oír a personas que mencionan que ésta es su época menos favorita del año: que la pasan fatal en cuanto empieza el otoño, que caen en depresión, que ojalá el sol no se escondiera nuca, que prefieren quedarse en casa con una cobija y una bebida caliente, etc. Es muy probable que alguna de estas personas presente un padecimiento muy común en esta época llamado Trastorno Afectivo Estacional (TAE, en inglés SAD -Seasonal Affective Disorder-).
El TAE es un tipo de depresión que afecta a muchas personas durante los meses de otoño e invierno. Es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por una variedad de síntomas, que incluyen sentimientos de tristeza, desesperanza e inutilidad, así como pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban. En este pequeño, pero conciso artículo, exploraremos los síntomas del TAE y las causas del trastorno.
Una explicación que se encuentra es que los cambios de estación implican que la luz del sol disminuya en esta época lo que repercute directamente sobre nuestro sistema endocrino y nuestro cerebro. La regulación que nuestro cuerpo intenta hacer frente a este cambio a partir de la neuroquímica cerebral y la secreción de hormonas es como se puede explicar esta sintomatología. Para explicarlo de una manera sencilla, la hipófisis regula el sueño y el estado de ánimo, la luz, que llega directo por el nervio óptico incide directamente en la hipófisis, que entre otras funciones, se encarga de la segregación de melatonina, hormona que se encarga de favorecer el sueño y la serotonina, neurotransmisor (junto con otros) que se encarga de regular el estado de ánimo; luego entonces, cuando descienden las horas de luz se segrega menos serotonina, por lo que hay una baja en el estado de ánimo y a su vez la melatonina debe reajustarse para adaptar el nuevo ciclo de sueño-vigilia. No es difícil deducir que bajo estas cuestiones neuroquímicas las personas tenemos una afectación directa ocasionada por el cambio entre estaciones, sin embargo, resulta prudente considerar que no a todas las personas les afecta de la misma forma.
Los síntomas del TAE pueden variar de persona a persona, pero normalmente se asocia a un estado de ánimo apagado, sentimientos de desesperanza e inutilidad. Otros síntomas comunes incluyen pérdida de interés en actividades que antes se disfrutaban, falta de energía, fatiga y sueño excesivo. Las personas con TAE también pueden experimentar cambios en el apetito, aumento o pérdida de peso y dificultad para concentrarse. Estos síntomas pueden tener un impacto significativo en la vida diaria de una persona, dificultando su desempeño en el trabajo o la escuela y afectando sus relaciones con familiares y amigos. Es prudente señalar que, para elaborar un diagnóstico diferencial con respecto a otros episodios depresivos, en este caso los incidentes deben presentarse con más frecuencia en la persona y como se mencionó, la aparición en particular entre los meses que van de octubre a febrero.
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Psic. Misael Fuentes.