A veces, el adiós empieza mucho antes de despedirse. Comienza en los silencios, en las miradas que ya no reconocen, en las palabras que dejamos de decir y en lo que dejamos de hacer.
Hay pérdidas que llegan de golpe, sin previo aviso, sin embargo, hay otras que se anuncian lentamente, paso a paso, dejando marcas invisibles antes de que ocurran. Esas pérdidas, que se viven lentamente, duelen de una manera distinta, ese es el territorio del duelo anticipado, un proceso silencioso, íntimo y muchas veces incomprendido, donde comenzamos a despedirnos antes del adiós definitivo.
Sin que haya una separación formal aún, se empieza a sentir la pérdida de la relación: con la distancia emocional, la desconexión, la certeza silenciosa de que algo se ha roto y no volverá a ser igual.
Según Therese Rando (1998) “El duelo anticipado es el proceso de dolor y ajuste emocional que ocurre antes de una pérdida real, comienza cuando la persona experimenta y elabora el impacto emocional de la separación o del final que se avecina”. Esto puede ocurrir semanas o incluso meses antes de la ruptura real.
Vivir un duelo anticipado es estar atrapado entre la presencia y la ausencia. Es una experiencia cargada de contradicciones internas, emociones complejas y cambios profundos tanto en la relación con la pareja como con uno mismo, una parte todavía ama, cuida, espera y otra ya empieza a despedirse. Este proceso puede generar un cúmulo de emociones como tristeza profunda, incluso antes de que haya un motivo visible de la ruptura. Culpa; por pensar en la pérdida antes de tiempo o por desear que el sufrimiento termine. Ansiedad; por no saber cómo será el final o la vida sin esa persona. Rabia o frustración; por la impotencia de no poder cambiar lo inevitable.
Además, este tipo de duelo puede hacer que las personas se sientan solas o incomprendidas, porque desde afuera pareciera que aún no ha pasado nada, pero por dentro, ya se está viviendo una despedida diaria.
El duelo anticipado en la pareja comienza cuando las conversaciones que ya no fluyen, cuando se evita el contacto físico o emocional, cuando las decisiones importantes ya no se toman en conjunto, cuando hay indiferencia o evasión y hay sentimientos de soledad dentro de la relación. Antes de terminar, se va perdiendo gradualmente la conexión y sobre todo la comunicación, ya no hay proyectos en común, disminuye la intimidad, se genera distancia a veces a tal grado de dejar de ser un equipo y empezar a sentirse solos.
Una de las características más duras es la confusión ya que aún hay cariño, pero también dolor. A veces amor, a veces indiferencia, se quiere salvar la relación y al mismo tiempo se quiere salir de ella. Aún hay cariño, pero ya no son felices o no se sienten plenos ni satisfechos la mayoría del tiempo.
La persona está presente, pero ya no es quien era para ti, la relación existe, pero ya no te sostiene. No puedes cerrar la herida porque el vínculo sigue abierto, hay culpa, dudas, miedo a tomar decisiones, las personas de tu entorno pueden no entender el dolor, porque todavía están juntos. Pensar en una separación genera malestar y miedo, pero también pensar en quedarse no genera bienestar, pareciera estar estancando entre quedarse o irse, en este punto sería importante buscar apoyo psicoterapéutico para poder tomar una mejor decisión, así como afrontar el duelo de mejor manera.
¿Qué puede ayudar a afrontar este tipo de duelo?
Aceptar que lo que estás viviendo y que es un duelo real ya que no necesitas esperar a que la relación termine para sentir dolor o comenzar a soltar. Hablarlo; si es posible con la pareja o con tu red de apoyo, ponerlo en palabras puede aliviar y permitir una despedida más consciente. Buscar acompañamiento emocional, asistir
a terapia individual o de pareja si ambos tienen la voluntad.
Es válido luchar por una relación, pero también lo es reconocer cuándo el duelo anticipado ya es una forma de preparación para soltar, esto puede ser doloroso, pero también puede ser un espacio de profunda conexión, cierre y dignidad emocional.
No hay una sola manera de vivirlo, algunos luchan por salvar la relación y otros se despiden con amor. Lo importante es reconocer lo que duele y permitirte vivirlo con humanidad. A veces no se trata de evitar la pérdida, sino de permitirte vivirla. Si sientes que algo se ha roto, si estás atrapado entre quedarte o irte y si ya duele no estás solo, en Psicoterapia Integral te acompañamos en este proceso de duelo y confusión para que así puedas superarlo, sanar y seguir adelante sea cual sea la decisión final.
“El duelo antes del final de una relación, nos enseña que el amor más grande no siempre es hacia el otro, sino hacia uno mismo”
Psic. D. Gutiérrez H.